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La Maldición de Yig

La Maldición de Yig

A finales del siglo XIX, una pareja se embarcó en un viaje a la misteriosa tierra de Oklahoma. Poco sabían que sus vidas se verían cambiadas para siempre por una siniestra leyenda que se cernía sobre la región. Se decía que una deidad, conocida como Yig, guardaba una terrible maldición para aquellos que se atrevieran a dañar a las serpientes que se arrastraban por la indómita naturaleza.

El esposo, cargado con un miedo irracional a las serpientes, se vio consumido por la ansiedad al enterarse de los relatos en torno a Yig. Mientras tanto, su esposa, impulsada por un repentino arrebato de valentía, tropezó con un nido de serpientes de cascabel durante una de sus expediciones de acampada. Abrumada por su audacia, puso fin a la vida de esas criaturas sin vacilar.

A medida que la pareja se instalaba en su cabaña recién construida, una tensión palpable llenaba el aire. El esposo, atormentado por visiones de la ira de Yig, estaba decidido a aplicar antiguos rituales de las tribus nativas para ahuyentar a la malévola deidad. Día tras día, se sumergía en esas prácticas, para creciente fastidio de su esposa. La cacofonía de los encantamientos, el tamborileo rítmico y las danzas peculiares le sacaban de sus casillas, culminando en una atmósfera tensa dentro de los límites de su hogar.

Pero el miedo tiene una forma de distorsionar la realidad y llevar a medidas desesperadas. En medio de la noche, envuelta en la oscuridad y abrumada por el terror, la esposa tomó una decisión fatal que sellaría tanto su destino como el de su esposo. Creyendo que él se había transformado en Yig mismo, infligió un golpe mortal a su cónyuge, terminando sin saberlo con su existencia mortal.

Atormentada por la culpa y el remordimiento, la mujer fue rápidamente capturada y condenada a pasar el resto de sus días en un manicomio. Encerrada lejos de la sociedad, su mente y espíritu se deterioraron con el tiempo. Sin embargo, la crueldad del destino aún no había agotado su curso. Se dice que, en las profundidades de su tormento, la mujer dio a luz a cuatro criaturas peculiares. Estas criaturas, nacidas de su linaje y el oscuro legado de Yig, poseían un parecido escalofriante con las serpientes, sus mitades inferiores formadas por los cuerpos reptantes de los reptiles.

El relato de la Maldición de Yig sirve como un testimonio de la fragilidad de la psique humana y el inmenso poder que el miedo ejerce sobre nuestras vidas. Advierte sobre las consecuencias graves que pueden desenvolverse cuando la paranoia se apodera de nuestras almas y consume cada pensamiento nuestro. Mientras atravesamos los misteriosos reinos del folclore y la leyenda, recordemos el cuento de advertencia de la pareja desafortunada y los horrores inefables que acechan bajo la superficie de nuestros miedos más profundos.

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